Mujer en un banquillo
Fuente de la fotografía: Externa

Todos los seres humanos poseemos errores, pues no somos perfectos. Esos errores y esos defectos pueden llevarnos a situaciones desconcertantes con consecuencias terribles.

Entre los desaciertos están los comportamientos tóxicos que terminan alejando aquellas personas que más queremos por no poder controlar nuestras acciones. El cambio o modificación de estos patrones de conducta, va a depender de nosotros mismos para crecer como individuos y convertirnos en mejores personas.


Los errores extremos, terminan por acabar con relaciones que ha costado construir, y a pesar de que todos nos equivocamos, la herida sigue latente y el perdón se hace difícil, pues herimos a quienes más queremos y después es difícil remediarlo.


La fortaleza no recae en buscar culpables, si no en saber perdonarnos a nosotros mismos y buscar la manera de eliminar esos comportamientos errados para así lograr relaciones más armónicas y tener una mejor calidad de vida.


No podemos huir de nuestros defectos, pero tenemos la posibilidad de buscar las herramientas para corregirlos.


El primer paso es pedir perdón. De corazón, desde el alma por aquello que hemos hecho mal, y así demostrar a quien hemos herido que estamos dispuestos a buscar las soluciones más eficientes para mejorar. En el proceso perderemos a muchas personas, pues existen quienes no son capaces de aceptar que todos como seres humanos en diversas situaciones perdemos el control y decimos o hacemos cosas que están fuera de los límites de la razón.


Cuántas veces me he equivocado? Nos preguntamos todos, ¿cuáles son mis peores fallas?, nosce te impsum es un emblema plasmado en el templo del Delfos en la antigua Grecia, que nos invita a conocernos a nosotros mismos, aceptar nuestra dualidad y mejorar para perfeccionarnos individualmente.


Pienso y luego existo decía Descartes, es sumamente importante saber cuándo guardar silencio, internalizar lo que se quiere decir y buscar la mejor forma de expresarlo.


La crueldad con la que convivimos día a día nos lleva a situaciones de apatía, desesperación, desconfianza, tristeza y depresión.


Es nuestro deber agradecer lo que tenemos, no dejarnos llevar por impulsividades, y ser un poco más centrados a la hora de establecer relaciones interpersonales. Buscando el bienestar común para aquellos con quienes compartimos.


A veces nos sentimos tan heridos que es mas fácil dejar ir (filosofía de la nueva generación) que aprender a cuidar, mantener y sobrellevar junto a quien nos importa situaciones buenas y malas, en vez de solo pensar en nosotros mismos, aunque a veces pensar en nosotros sea lo correcto.


Sin  embargo las relaciones del pasado a pesar de las múltiples fallas, como las relaciones de nuestros abuelos. lograban durar años porque son capaces de perdonarse, de buscar progresar y mejorar mutuamente. Aceptando los pro y los contra de con quién se comparte, y así construir relaciones sólidas que perduran con amor y comprensión hacia otro individuo.


Somos dualidad. Residimos entre virtudes y defectos y es nuestro deber como seres humanos buscar mejorar progresivamente.


Perdonar es fundamental. Todos decimos y hacemos cosas de la cuáles luego nos arrepentimos, pero no debemos quedarnos en el arrepentimiento, ni en la culpa, si no por el contrario buscar la manera de ser mejor cada día aprendiendo de nuestros errores para convertirlos en aciertos.


Virtus in medio est.

La virtud está en el medio.